6 de octubre de 2007

El abecedario para tu vida

El abecedario cristiano

A-laba a Dios en cada circunstancia de la vida
B-usca la excelencia, no la perfección.
C-uenta tus bendiciones en vez de sumar tus penas.
D-evuelve todo lo que tomes prestado.
E-ncomienda a tres personas cada día
F-íate de Dios de todo corazón y no confíes en tu propia inteligencia
G-ózate con los que se gozan y llora con los que lloran
H-az nuevos amigos pero aprecia a los que ya tienes.
I-nvita a Cristo a ser tu Señor y Salvador.
J-amás pierdas una oportunidad de expresar amor.
L-ee tu Biblia y ora cada día.
M-antente alerta a las necesidades de tu prójimo.
N-o culpes a los demás por tus infortunios
O-lvida las ofensas y perdona así como Dios te perdona.
P-romete todo lo que quieras; pero cumple todo lo que prometes.
Q-ue se te conozca como una persona en quien se puede confiar.
R-econoce que no eres infalible y discúlpate por tus errores.
S-é la persona más amable y entusiasta que conoces.
T-rata a todos como quisieras que te traten.
Ú-nete al ejército de los agradecidos.
V-ístete de misericordia, humildad y paciencia.
Y -no te olvides de soportar a los demás como a ti te soportan.
Z-áfate de las garras seductoras de Satanás

Pon en práctica lo antes mencionado.

El árbol triste y desorientado: sé tú mismo

Reflexión del árbol

Había una vez... en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: ¡No sabía quién era.! 

Lo que te faltaba es concentración, le decía el manzano: "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas, ¡ve que fácil es!" "No lo escuches", exigía el rosal. "Es más sencillo tener rosas y ¡ve que bellas son!" Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. 

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: "No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución... No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo, conócete... y para lograrlo, escucha tu voz interior." Y dicho esto, el búho desapareció. 

"¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?..." Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: "Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión:¡Cúmplela!" 

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de si mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor, ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si mismos crecer?... ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?... ¿Cuántos, naranjos que no saben florecer? 

En la vida, todos tenemos un destino que cumplir y un espacio que llenar. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser. ¡Nunca lo olvides!

1 de septiembre de 2007

Reflexión: La Roca Fuerte

La roca en el mar

Después de un naufragio en una terrible tempestad, un marino pudo llegar a una pequeña roca y escalarla, y allí permaneció durante muchas horas.

Cuando al fin pudo ser rescatado, un amigo suyo le preguntó:–¿No temblabas de espanto por estar tantas horas en tan precaria situación, amigo mío?.–Sí –contestó el náufrago–, la verdad es que temblaba mucho; pero… ¡la roca no…! Y esto fue lo que me salvó.

Salmos 18:2 Roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.

Salmos 31:3 Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.

Salmos 61:2 Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayaré. Llévame a la roca que es más alta que yo,

Salmos 71:3 Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.

12 de junio de 2007

Quiero que mi familia se convierta a Cristo, ¿qué hago?

Evangelizando a la familia

Mi deseo es ver a toda mi familia convertida al Señor Jesucristo. ¿Podría mostrarme o leerme algún versículo apropiado para que yo les pueda mostrar a cada uno de ellos en particular, para que ellos volteen sus ojos al Señor y puedan alcanzar la salvación?

Nos da mucho gozo saber que Ud. está interesado en la salvación de su familia. Me gustaría recomendarle tres cosas importantes a este respecto.

Primero, ore a Dios por la salvación de su familia. Aun cuando su familia se muestre apática o inclusive opuesta al mensaje del Evangelio, no se desanime, persista en oración ferviente por la salvación de ellos. La oración eficaz del justo puede mucho dice la palabra de Dios.

Segundo, aproveche cada oportunidad que se presente para compartir el mensaje del Evangelio tanto en forma verbal como sin palabras. En forma verbal cuando haya ocasión de testificar a favor de Cristo, mostrando que él es el único camino al Padre. En forma no verbal o sin palabras, en toda otra ocasión. Esto tiene que ver con su conducta como creyente. Deje que sus acciones brillen como una lámpara en un lugar obscuro. A veces una acción habla mejor que mil palabras. Procure servir a su familia, recordando aquel axioma que aquel que no vive para servir no sirve para vivir.

Tercero, aproveche las oportunidades que brinda su iglesia local para invitar a su familia a actividades especiales donde se va a predicar la palabra de Dios. Puede ser que Dios toque el corazón de alguno de sus familiares por medio del mensaje de algún vocero de Dios.

Pero su consulta tiene que ver con algún pasaje bíblico que Ud. podría usar para testificar a su familia. Bueno, existen tantos pasajes bíblicos pero Ud. básicamente debe pensar en cuatro cosas importantes.

Primero, debe pensar en hacer que sus familiares reconozcan que son pecadores. Es posible que sus familiares piensen que son buenas personas y que por tanto no necesitan de la salvación. Pero Ud. podría utilizar pasajes como Romanos 3:23 para mostrar que según Dios todos somos pecadores aunque nosotros no pensemos así de nosotros mismos.

Romanos 3:23 dice: "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios"

Las demandas de Dios son demasiado elevadas. Son tan elevadas que no existe ser humano que pueda cumplirlas. Por eso dice la Biblia que todos quedamos cortos del ideal de Dios. Sus familiares son pecadores aunque no hayan cometido todos los pecados de la lista.

Segundo, debe pensar en hacer que sus familiares reconozcan que por ser pecadores están en peligro de ser condenados al castigo eterno. Es algo muy serio ser pecador. Para mostrar el peligro en el cual está todo pecador podría usar textos como la primera parte de Romanos 6:23 que dice: "Porque la paga del pecado es muerte"

En este punto es necesario que Ud. explique que cuando este texto habla de muerte, no se está refiriendo solo a la muerte física, sino a algo mucho más serio. Se refiere también a la muerte eterna o dicho en otras palabras a una eterna separación de Dios en un lugar de tormento en fuego. No tenga temor de hablar del castigo en fuego para el pecador que rehúsa la salvación en Cristo. Eso es lo que enseña la Biblia. Mire lo que dice Apocalipsis 20:15 que dice: "Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego"

Tercero, debe pensar en hacer que sus familiares reconozcan que Dios ama al pecador aunque aborrece el pecado y que por ese amor, Dios ha diseñado una forma por la cual el pecador pueda librarse del castigo eterno. Para mostrar esta verdad puede usar ese hermoso versículo que se encuentra en Juan 3:16 que dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."

El amor de Dios al pecador es de tal magnitud, que le movió a hacer algo maravilloso, algo imposible de ser entendido por la mente finita. Dios entregó a su Hijo amado, a su Unigénito, para que tome el lugar del pecador y reciba de Dios todo el castigo que el pecador merece. Fue por esto que Jesucristo murió en la cruz del calvario. Note lo que dice Romanos 5:8 que dice: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros".

Cuando en este texto leemos que Cristo murió por nosotros, significa que Cristo murió en lugar de nosotros, en lugar del pecador. En mi lugar y en su lugar. Cristo pagó todo lo que todo pecador debe pagar por su pecado. En cuarto lugar, debe pensar en hacer que sus familiares reconozcan que para recibir el perdón de sus pecados y la vida eterna, lo único que necesitan hacer es recibir por fe el regalo de Dios. Para mostrar esta verdad, puede usar textos como Juan 1:12 que dice: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios".

La obra de Dios para perdonar y salvar al pecador está terminada. Pero no solo que está terminada, sino que está disponible para todo pecador que quiera aprovechar de sus beneficios. Lo único que tiene que hacer el pecador es recibir esa obra de Dios. Recibir significa un acto de fe por el cual el pecador acepta que Jesucristo ha muerto en el lugar que a ese pecador le correspondía y que por tanto ese pecador ya no tiene que pagar por sus pecados por cuanto Cristo ya pagó por ellos.

El pecador entonces tiene que hablar con Dios y decirle algo como esto: Dios, soy pecador, estoy separado de ti, estoy en camino a la condenación eterna, pero sé que tú me amas y que diste a tu Hijo para que muera por mi en la cruz. En este momento yo recibo a Cristo como mi Salvador. Gracias por darme la vida eterna.

Cuando un pecador habla a Dios en estos términos, totalmente convencido de lo que está diciendo, entonces ese pecador queda perdonado de sus pecados y llega a ser hijo de Dios y dueño de la vida eterna. Llegar a este punto no es cosa fácil para el pecador. Es un proceso que toma tiempo y esfuerzo para vencer los obstáculos en el camino. Es algo en lo cual debe intervenir el intelecto, por medio de conocer intelectualmente los hechos que hemos señalado.

Luego debe intervenir las emociones por medio de una tristeza por haber ofendido a Dios con el pecado y por el elevado precio que tuvo que pagar Dios para resolver el problema del pecado del hombre, finalmente debe intervenir la voluntad por medio de recibir a Cristo como Salvador. Cuando sea el tiempo de Dios actuará la voluntad y la persona llegará a ser salva. Así que no se desanime si sus familiares actúan como si no lo entendiera o como si no estuvieran interesados en esto. Persevere en oración y con su testimonio con palabras y sin palabras y confíe en Dios en que él hará la obra en su debido tiempo.

¿Quiénes pueden predicar el evangelio?

Compartiendo el evangelio enseñando la Biblia

¿Pueden predicar el Evangelio las personas que nunca han sufrido alguna prueba? He oído que solamente los que han pasado por grandes pruebas pueden predicar el Evangelio, porque tienen algo interesante que contar.

El predicar el Evangelio, o mejor, el anunciar el Evangelio, para no dar a entender que solamente estamos hablando de predicar el Evangelio desde un púlpito, es tarea de todo creyente. Eso es lo que el Nuevo Testamento nos enseña en lo que se da por llamar La Gran Comisión.

Mateo 28:19-20 dice: «Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén.»

Este mandamiento, es general, para todo aquel que ha confiado en Cristo como su Salvador. Nuestra responsabilidad es anunciar las Buenas Nuevas de Salvación o el Evangelio a todas las personas en todo el mundo. Las personas que respondan al Evangelio, recibiendo a Cristo como Salvador, necesitan luego ser discipuladas, por eso dice el texto que debemos ir y hacer discípulos a todas las naciones.

Como resultado del discipulado, los nuevos creyentes llegarán a saber que necesitan bautizarse en agua en cumplimiento del mandato de Cristo y aprenderán a vivir conforme a lo que Dios ha dicho en su Palabra. Pero esta tarea no es solamente para los pastores o para los que han experimentado alguna prueba difícil y tienen algo para contar a sus oyentes. Esta tarea es para todos en absoluto.

No importa si seamos pastores o no, no importa si hayamos o no sufrido alguna prueba difícil en nuestras vidas. Ciertamente que no todos podremos predicar el Evangelio desde un púlpito o a través de la radio o a través de la televisión, pero todos nosotros podemos anunciar el Evangelio personalmente a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestros familiares.

Todos nosotros podemos entregar un folleto evangelístico. Todos nosotros podemos predicar el Evangelio sin palabras, por medio de nuestro ejemplo, por medio de nuestras vidas transformadas por el poder de Dios a raíz de que fuimos salvos.

Recuerde que la gente incrédula no se va a salvar por oír interesantes testimonios de personas que han atravesado por severas adversidades antes o después de recibir a Cristo como Salvador. La gente incrédula se va a salvar por oír con fe los hechos del Evangelio y por depositar su fe en esos hechos y por dejar que se mueva su voluntad para recibir a Cristo como Salvador.

Las historias interesantes para contar de lo que éramos antes de conocer a Cristo, puede ser que en algo colaboren a la salvación de una persona, en el sentido de ayudar a ver como Dios salvó a alguien, pero definitivamente, lo que transforma a una persona es el poder del Espíritu Santo y el testimonio de la palabra de Dios.

Así que, si Ud. no tiene nada interesante para contar de su propia experiencia, no se preocupe por eso, sea fiel anunciando el Evangelio y dejando que sea el Espíritu Santo quien grave ese evangelio en el corazón de los que escuchan su mensaje. Dios no nos ha llamado a ser los salvadores de la gente, Dios nos ha llamado solamente a anunciar su mensaje de salvación. Quien salva a la gente es Dios, no nosotros.

Por, David Logacho.